Reinaldo Cedeño Pineda
El mundo de hoy tiene más de doscientos países.
Cuba, su archipiélago, ocupa la posición 104 entre los territorios emergidos del planeta, con casi ciento once mil kilómetros cuadrados.
Por su población se ubica en el escaño 73, acercándose a los once millones y medio de habitantes.
En los últimos Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cincuenta y seis países conquistaron al menos un título. Y Cuba quedó en el ¡lugar once!, con nueve títulos dorados y 27 medallas en total.
Algunos se atrevieron a lamentar que no estuviese en la primera decena.
En los últimos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, los deportistas de Cuba cumplieron una batalla épica, especialmente por el segundo puesto, con la nación sede.
Cuba podría caber dentro del territorio brasilero poco más de ¡76 veces!
El gigante sudamericano es el quinto país del globo, tanto por superficie como por cantidad de habitantes (más de 188 millones)
Sin embargo, la isla caribeña obtuvo al final, más títulos que los sudamericanos.
Valgan las cuentas.
La nueva geografía del oro
El número de territorios independientes se incrementó notablemente en los últimos años. Y en igual proporción creció la fuerza de los rivales y la redistribución de las medallas deportivas.
Se acabaron los Juegos Juveniles de la Amistad y los numerosos torneos por invitación que garantizaba los topes en Europa del Este. Se acabaron tantas cosas.
No hay que abundar mucho sobre el papel protagónico de la URSS en la actividad del músculo. Al desmembrase ese enorme territorio, lo que antes era uno, hoy se ha multiplicado.
Es doblemente difícil llegar al oro, por ejemplo, para un luchador o un boxeador cubano. Ha de enfrentarse a toda una armada ex soviética: kazajos, ucranianos, bielorrusos o azerbaijanos…
Eso sin dejar aparte la explosión de repúblicas ex yugoslavas convertidas en naciones, que como Croacia y Servia, conservan notable nivel en los deportes colectivos.
En los nuevos tiempos que corren, no por común deja de ser infamante, la compra- venta de atletas, aunque razones económicas estén por medio.
De esa manera, un africano negro como el carbón gana un título para la rubia Suecia en el atletismo; o a un asiático gana el oro panamericano en tenis de mesa para… República Dominicana.
Súmese a ello, la asistencia técnica cubana, brindada a otras naciones del área, que resulta en algunos casos, una de las vías de financiamiento de su propio deporte; aunque ciertamente nos arrebate preseas.
Sea de una manera u otra, el deporte cubano ha encarado el Tercer Milenio con el trabajo de siempre, con la disposición de no bajarse de la élite que hace décadas ha sabido ocupar.
Todo, a contrapelo, de las sabidas dificultades económicas del país.
Es deber de comentaristas y analistas deportivos, justipreciar cada actuación cubana, acorde con estas realidades. Y llevarla con todos sus detalles a la comprensión de los seguidores.
La geografía deportiva ha cambiado mucho desde Moscú 80 y desde los Panamericanos de La Habana 1991.
Rebajar la actuación de un segundo o tercer lugar mundiales es una injusticia y una absoluta irresponsabilidad. Aún tratándose del béisbol, nuestro deporte nacional.
Dicen que cada cubano tiene un manager dentro, y no soy la excepción. Creo que algunos que deberían estar en Taipei, no fueron seleccionados.
Suelo discrepar de Anglada, director de Industriales y ahora del equipo Cuba. Discrepé cuando fue seleccionado para encabezar el colectivo, mas por una vez coincidimos: no buscó justificaciones para el revés. El otro equipo, sencillamente, lo hizo mejor.
Se podrá mirar siempre a lo más alto del podio; pero interpretar como un fracaso las medallas de plata del recién terminado Mundial de Béisbol de China Taipei, es no haber entendido nada.
En materia de pelota, ya no nos enfrentamos a equipos universitarios, sino a selecciones de primerísimo nivel, con profesionales de las Grandes Ligas o de otras, lo mismo de Australia, que de Panamá, Venezuela, Holanda, China Taipei o Estados Unidos.
Se acabaron los rivales pequeños y los paseos, ni siquiera en los Juegos Centroamericanos.
La última cita en Cartagena de Indias 2006, así lo demostró, en la pelota y en general. Cuba obtuvo un centenar de títulos menos (en medio de la crisis de la natación y la gimnasia); pero aún así sacó diferencia ganadora, basándose en los deportes de combate y el atletismo.
No hay razón alguna para entrar en crisis. La labor es continuar preparándose con el propósito de ganar. Y eso sí, sacar lecciones.
Hay que saber confiar en la calidad excepcional de nuestros peloteros, los mismos que desterraron mitos en el Clásico de Béisbol. ¿O ya nadie se acuerda que el mismísimo Estados Unidos quedó fuera de la final?
Se suele medir con vara distinta el béisbol del resto de los deportes; pero pasión aparte, creo que la afición, conducida por analistas profesionales, ha de hallar el justo equilibrio.
Pronósticos y realidades
El deporte cubano, por suerte no es únicamente la pelota.
Ahora mismo se acaba de obtener el segundo puesto en el Mundial de Judo por Equipos, también en China. Se cayó ante las anfitrionas, otra vez con una Driulis González imbatible.
Para acceder allí, hubo que derrotar a Japón, el país inventor del deporte. ¿Quién se atrevería a cuestionar ese segundo puesto?
Alcides Sagarra, preparador cubano de boxeo, hablaba en cada competencia de las doce medallas de oro, en las doce divisiones.
.Siempre entendí aquello como una aspiración, como un espíritu impregnado a todos.
Lo alcanzó incluso en un Centroamericano; pero se entendía que no era un pronóstico.
Sobreestimar la fuerza propia, es un engaño que se paga caro, y que toca a periodistas especializados y comentaristas, discernir. Es tan fatal, como subestimar al contrario.
Por eso no entendí la insatisfacción del entrenador cubano de balonmano femenino, cuando las chicas no lograron el boleto olímpico en la final panamericana versus Brasil.
¿Cómo aspirar a ello sin el fogueo adecuado? ¿Cómo sobrepasar al Brasil, finalista olímpico con varias atletas en ligas europeas? ¿Quién es Cuba en el mundo del balonmano entre chicas?
En cambio, hay bronces con el brillo dorado. Así fue el de las mujeres criollas del polo acuático que desbancaron a las cariocas en su propia casa. Nunca le habían ganado, pero no se rindieron en la pileta de América. Fue un resultado fuera de cálculos.
Con demasiada frecuencia vi en Atenas 2004, lágrimas y disculpas. Tengo que decirlo: lágrimas y disculpas porque no se obtuvo el oro.
Es entendible, los atletas están en el fragor de la batalla y a nadie le gusta perder; pero afuera está la prensa deportiva, para valorar cada resultado cuando se anda compitiendo contra el mundo, repito, contra el mundo.
A veces, creo apreciar una sensación de desespero por el oro que se tarda en llegar, sobre todo en las transmisiones televisivas. Y se recibe a medias, el subtítulo o el tercer puesto.
¿Qué Cuba perdió contra Puerto Rico en voleibol femenino después de varias décadas? ¿Qué los varones también cayeron? No hay que buscar la derrota sólo en los errores cubanos, sino en el aumento del nivel de los boricuas, apoyados en una liga que mucho les ayuda.
En fin los pronósticos se basan en información actualizada, más que en la historia. Y es elemental, manejarla.
La invencibilidad deportiva es un mito.
Cuba marcha camino a Beijing. El resto también se preparará con denuedo. Ni una pizca de autosuficiencia nos puede calar. Allá nos veremos.
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